Os dejo también el cuento de la despedida que escribí para la última clase conjunta con las profesoras de Lenguaje Musical.
Hasta siempre, chicos.
Os llevo en el corazón. Espero que la curiosidad y la creatividad siempre os acompañen.
LA
DESPEDIDA
Había
llegado el verano.
Los
alumnos habían dejado el monasterio y se habían marchado a sus pueblos y
ciudades.
Atrás
quedaban las canciones y partituras,
Las
sonatas y corales.
El
Padre echó la llave al cuarto del laboratorio musical,
Donde
había sido astrónomo, alquimista y cartógrafo,
Romano,
arqueólogo y aventurero.
Allí
había sido amigo y maestro,
Músico
y compositor.
Antonio
Soler aprovechaba las mañanas para pasear por el jardín de la Herrería,
Visitar
la silla de Felipe II y refrescarse en las fuentes del camino.
A
veces releía las cartas de sus amigos de las comunidades de España,
Recordaba
sus viajes por el mundo,
Visitaba
a su amigo el alquimista
Y
también la biblioteca.
Allí
escondió La Partitura Perdida,
Que
tal vez unos niños descubrirían más tarde,
En
pleno siglo XXI,
Gracias
a una misteriosa grabación…
Allí
descubrió antiguos libros de historia y mitología.
Así,
leyó atentamente “La Metamorfosis” de Ovidio y “La Eneida” de Virgilio.
En
este último, descubrió la historia de Dido y Eneas.
Una
historia de amor que más tarde convirtió Purcell en una ópera.
En
ella Dido, reina de Cartago se enamora del troyano Eneas.
Aquella
misma tarde,
Pensando
en el amor y sus consecuencias,
Se
quedó mirando la bóveda de la biblioteca,
Allí
contempló ensimismado las artes que tanto le había gustado aprender:
El
Trivium: Gramática, Retórica y Dialéctica.
El
Cuatrivium: Aritmética, Música, Geometría y Astronomía.
Sin
duda, la música era su favorita.
El
mito de Orfeo era apasionante.
Aquél
dios que gracias al poder de su lira,
Durmió
al mismo dios del Infierno,
Para
así recuperar a su amor: Eurídice.
Y
que tan bien había plasmado en partituras el gran maestro Gluck.
Y
así, pasó sus días de verano,
Esperando
las moras de septiembre
Entre
olor a pinos y sonidos de grillo.
Nuevos
pupilos llegarían…
Que
sellarían por siempre su destino,
Con
música y ritmo,
Con
ganas de aprender y mucho cariño.
El
misterio del monasterio había sido resuelto.
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